La corrosión es un proceso natural que sufren los metales, y otros materiales, al tratar de volver a su estado químicamente más estable. Es un proceso que no se puede evitar, pero sí se puede reducir el tiempo que tarda en volver a ese estado más estable.
Una vez iniciado el proceso de corrosión, y si no se toman las medidas de mitigación apropiadas, el material – que en esta ocasión el metal es el material de interés, se transforma en óxido, hidróxido y otros materiales. Esta transformación, si no se trata a tiempo, puede degradar por completo el metal, hasta llegar a un punto en que la estructura debe ser reemplazada.
Los sistemas de almacenamiento, trasiego y control de agua potable, con frecuencia están construidos de acero al carbón, y en pocas ocasiones se les da el mantenimiento adecuado para garantizar su estabilidad estructural y permitir que cumplan adecuadamente su función durante el período para el que fueron diseñados.
Una vez que la corrosión ha afectado los elementos metálicos se pueden presentar problemas que afectan no solo la estructura como tal, sino también a los usuarios del agua potable. Algunos de los problemas que se pueden enumerar son:
- Desprendimiento de escamas de corrosión: estas pueden generar daños y/o obstrucciones en los sistemas de control. Estas escamas pueden ser trasegadas hasta los usuarios, lo que puede poner en riesgo su salud.
- Adelgazamiento del espesor original del elemento: la corrosión puede llegar a generar tanto daño que la estructura puede quedar no viable para uso, requiriendo su sustitución completa. El cambio de la estructura implica un costo elevado.
- Filtraciones: en el caso de tuberías enterradas, se pueden generar agrietamientos que generan pérdidas de agua en el terreno. Si el problema se agrava, pudiera incluso socavarse el terreno, y generar daños mayores a la infraestructura e incluso causar daños a personas.
- Interrupciones del servicio: cuando se requiere hacer sustitución parcial o total de elementos dañados por corrosión, se deben sacar de funcionamiento los sistemas, causando afectación a los usuarios.
Si bien es cierto, la corrosión no se puede eliminar, sí se puede evitar y minimizar los daños que genera. En el caso de estructuras de almacenamiento y trasiego de agua potable, es imprescindible que la solución cuente con certificaciones internacionales de que es apta para contacto con agua potable, de esta manera, se garantiza la salud de los usuarios.